Calga – Bostronizo – San Román de Moroso
La ruta nace en el pueblo de Calga, municipio de Anievas, muy cerca de Barriopalacio, y llega a la ermita de San Román de Moroso, pasando por Santa Águeda y Bostronizo. Resulta un punto estratégico para la obtención de una buena panorámica del Valle de Iguña.
Distancia: 14 Km. (ida y vuelta)
Tiempo: 5h
Desnivel: 180m. en los primeros 3 Km. de ida, luego descenso.
160m. en los primeros 4 Km. de vuelta, luego descenso
Exigencia: Baja
PAISAJE, FLORA Y FAUNA
Durante el trayecto, el caminante va a encontrar elementos paisajísticos bastante diferenciados, con áreas -no demasiado extensas- de monocultivos de plantación más o menos reciente (pinos y eucaliptos en menor medida). Son bosquetes que producen menos sotobosque si se las compara con los bosques caducifolios, aunque también proporcionan un hábitat a otras especies que amplían su nicho ecológico en la región, como algunas aves como perdices, lepidópteros y pequeños mamíferos. El proceso de acidificación del suelo originado por el pino abre la posibilidad de implantación de nuevas comunidades de hongos, muchos de ellos de gran interés culinario, aunque también aparece la amenaza de ruptura en el equilibrio ecológico anterior.
Otros ecosistemas son los típicos de los pastos húmedos de altura -zonas muy humanizadas y de gran belleza-, con praderías muchas veces acompañadas de orlas. Hay que subrayar la importancia de estas últimas desde el punto de vista de la preservación de un importante número de especies animales que utilizan estos lugares para protegerse y criar. Las praderías, por su parte, dan un gran variedad de gramíneas, poas y leguminosas. Alternando con las praderías se ven zonas de matorral, donde predominan las especies arbustivas y subarbustivas, creando un ecosistema de landa atlántica muy definido por la masiva presencia de brezos, tojos y helechos, que deben su origen a procesos de deforestación para la ampliación del uso ganadero del monte. Se verá más claro en la primera fase de la ruta.
Propio del bosque caducifolio, el robledal, acompañado de una corte de diferentes arbustos de la especie rosa y árboles como castaño, abedul, sauce, acebo y otros. Tanto en este ecosistema como en el representado por la vegetación de ribera y las zonas próximas a este último es donde se da una mayor riqueza de especies como aliso, sauce, saúco y fresno -en las zonas más próximas ríos y arroyos- y, aprovechando los espacios cercanos y formando una orla muy rica, aparecen otras especies acompañantes como castaño, tilo, abedul, avellano, roble, rosa, espinos, cornejo, arraclán. En cuanto a las herbáceas habría que señalar la presencia de menta, berro, hipérico, oreja de monte, astrancia, valeriana, etc. y masas de robles (que se asocian a un buen número de especies como el acebo, castaño y otras).
En lo relativo a la fauna, se pueden observar numerosas especies de aves: perdiz, bisbita, petirrojo, corneja, rabilargo, etc. y un buen elenco de rapaces como azor, halcón, milano, cernícalo y como no buitres incluso algún alimoche. Mamíferos como el jabalí, el zorro, el erizo, y una importante variedad de alimañas: comadrejas, hurones, martas, ginetas. También reptiles, anfibios salamandra, tritón, rana de San Antonio. y una gran variedad de lepidópteros. Igualmente hay que referirse al abundante número de vacas y caballos que pastan en los altos.
ETNOGRAFÍA E HISTORIA
El nombre de la ruta se debe a la historia de Doña Urraca hija de Alfonso VI de Castilla y León, que en busca de paz y sosiego. Primero se instaló en Cotillo de Anievas, donde por una serie de circunstancias, malhumorada partió destino al Monasterio de Moroso, del cual formaba parte la actual ermita de San Román de Moroso, por lo tanto es fácil suponer que realizó la ruta que más adelante se describe.
El núcleo de Bostronizo es un bonito pueblo de afamados garroteros y canteros. Del trabajo de estos últimos se pueden contemplar magníficos ejemplos en la sillería de muchas de sus edificios. Además de la típica casa montañesa es muy interesante una tipología peculiar, caracterizada porque entre la fachada y el muro trasero hay una gran longitud; es decir, son mucho más profundas que anchas, y esa dimensión se aprecia especialmente cuando se observa el lienzo lateral; este es el modelo de casa montañesa más primitivo. Los muros están realizados en “piedra seca” (sin argamasa) y el tono de las casas va del ocre oscuro al dorado, lo que les da un atractivo especial, fruto de las canteras de piedra del pueblo de las cuales salió toda la piedra que hoy se puede ver al atravesar el pueblo. Las fachadas (el lado corto del rectángulo que forma su planta) están orientadas al sur y es ahí donde aparece la solana, con balconada en madera, muchas veces, labrada. Estas antiguas casas suelen ser de dos alturas: en la parte baja están las cuadras y las estancias donde se guarda el heno y los aperos -en algunos casos también la cocina- y en la parte alta se encuentran las habitaciones. En muchos casos además tienen un desván.
Al estar situado en un lugar tan elevado 449m, el más alto del Valle de Iguña, y no tener ninguna montaña ni relieve que impida la vista, se divisa prácticamente todo el valle, con los diferentes núcleos urbanos.
Alrededor del pueblo, en sus cuidados prados, se puede observar el modo de separar las parcelas, mediante grandes lajas hincadas en el suelo.
A lo largo de la ruta se puede apreciar el uso del medio que el hombre ha hecho de estos pastizales altos; son las conocidas brañas que tanto han valido para el mantenimiento de una importante cabaña ganadera.
RECORRIDO:
1. Se inicia la ruta en el pueblo de Calga y, tras pasar la ermita de San Lorenzo, datada en el siglo XVII, se continúa la calle hasta llegar a un abrevadero con una fuente, ya en el extremo del pueblo, donde encontraremos un camino que lleva a Santa Águeda.
2. Inicialmente el camino discurre entre los muros de las fincas cercanas al pueblo y está arbolado con especies de repoblación (pino y eucalipto) y con otras autóctonas (roble, tejo, espino, etc.). El firme combina hormigón y tierra hasta alcanzar la zona más alta.
3. Una vez superado el desnivel que presenta el camino alcanza una zona en la que se hace más cómodo, prácticamente llano, y desde donde se puede observar, y en el plano más corto, el pueblo de Barriopalacio a los pies de La Peña, inconfundible por sus afloramientos de roca caliza, y más lejos, la Espina de Gallegos, Los Pandos Cimeros, Las Fuentes y La Cabecera.
4. Más adelante se llega al lugar conocido como El Cedijo (también, La Rosa), que es una zona donde habitualmente se puede ver ganado pastando y, a media ladera, entre el arbolado que forma orlas, una cabaña.
5. Desde aquí se llega al límite territorial entre Anievas y Arenas de Iguña, en el lugar llamado El Costal, donde existe un pequeño rodal de pinos y una cabaña solitaria. Desde este punto se ve el Cueto del Agua y, al fondo, Piedrahita. Aquí el caminante encontrará un cruce, que salvará tomando el camino de la derecha.
6. Se continúa el camino en progresivo pero suave ascenso y, al poco tiempo, se divisará el núcleo de Santa Águeda y su bello entorno de “mieses” y territorio abierto, muy humanizado. La ascensión continúa hasta llegar al citado pueblo, donde se puede contemplar la humilde y bella ermita de Santa Águeda, datada en el siglo XVI y que da nombre a la aldea.
7. Desde este punto se toma un camino (1 Km aproximadamente), que, bajo el Cotero de La Lomba, y a través de zonas de praderías y matorral, con pequeñas manchas de pino y eucalipto, lleva sin pérdida a Bostronizo.
8. Ya en este pueblo, el caminante puede contemplar unas espléndidas vistas gracias a su situación sobre el valle. Hay que recordar la fama de este pueblo de tener buenos canteros, de cuyo virtuosismo quedan muestras en algunos edificios (especial atención merecen los muros de las antiguas escuelas, hoy dedicado a un albergue).
9. De Bostronizo se sale por la parte norte, pasando al lado de una zona de recreo, y atravesando Prado Llano, con sus cuidadas praderías delimitadas por grandes lajas de piedra, estrechas y clavadas en la tierra, que dan un aspecto de gran singularidad a la zona.
10. Hasta San Román de Moroso el caminante atravesará El Cedío un área de descanso. El camino va ganando progresivamente en vegetación, y, una vez salvado un paso canadiense y una cabaña al lado de una cuadra, se inicia un progresivo descenso, hasta que se atraviesa por un magnífico bosque de caducifolios, con una buena variedad de especies de sotobosque nos acompañará hasta la ermita (tras un descenso de 260 metros desde Bostronizo).
11. A lo largo de todo el camino, a media ladera y dejando a su izquierda un pequeño valle recorrido por un arroyo, se pueden contemplar numerosos avellanos, robles, fresnos, castaños… que se alternan con praderías, y unas vistas panorámicas magníficas.
12. Antes de llegar a dos cabañas de piedra, que quedan a la derecha y a un paso canadiense, el camino ya desciende de forma acusada. Los caducifolios se van tupiendo progresivamente hasta llegar a formar una auténtica galería sobre el camino, de gran belleza. En una curva que pasa ante una fuente y un caudaloso arroyo.
13. Enseguida un cruce y tomando la dirección de la izquierda a pocos metros aparece la ermita estilo mozárabe del siglo X de San Román de Moroso, tras un descenso aproximado de 250 m. El lugar, en una zona umbría, rodeada de caducifolios y praderías, y con el paso muy próximo del Regato Las Mayas que da nombre al Barranco donde se encuentra la ermita.