Silió – La Alhama – Helguera – Silió
Esta ruta parte de Silió, pueblo perteneciente al municipio de Molledo y discurre por un cambiante mosaico de paisajes y de estructuras naturales, desde un fondo de valle fluvial con un modelo humano de ocupación concentrada típico de Cantabria, a un modelo de ocupación disperso en forma de cabañas y viviendas aisladas en las laderas. Con paisajes ganaderos en forma de prados cercados y muy fragmentados, con espacios de monte abierto aprovechado para un uso ganadero extensivo y con las típicas zonas de braña. También se atraviesa por importantes manchas de bosque dedicado al aprovechamiento forestal, donde se han utilizado especies alóctonas, eucalipto y sobre todo pino, y montes donde se ha respetado la vegetación autóctona, principalmente compuesta por roble, castaño y un sotobosque muy rico de acebos, mostajos, espinos… Además, aparecen afloramientos rocosos compuestos por roca caliza, típico de la comarca. Se puede disfrutar de excelentes vistas, cuando la ruta discurre por los altos del valle, y de zonas más humanizadas en las partes bajas.
Distancia: 9 Km.
Tiempo: 3h
Desnivel: 360m. en los primeros 3´5Km. luego descenso.
Exigencia: Baja
PAISAJE, FLORA Y FAUNA
En el valle de Iguña como en el cercano de Anievas, se aprecia muy bien la distribución del hábitat humano en la instalación de los núcleos de población tanto en las laderas que circundan los valles como, en el fondo de los mismos, obedeciendo a una lógica de explotación de espacios diferentes y aprovechamiento integral del territorio. Esta lógica da como resultado un paisaje humanizado de gran atractivo visual, del que forman parte tanto las masas arbóreas y las praderías como el alto número de cabañas dispersas por el monte y los más homogéneos núcleos de población en el valle.
Abundan las praderías, que se alternan con manchas arbóreas autóctonas mixtas -entre las que hay que destacar, y preservar, el bosque mixto de roble y haya de Silió-, en diferentes altitudes y tipos de suelo (avellano, roble, haya, fresno, sauce, castaño, saúco, aliso, etc.), y otras fruto de las repoblaciones (pino y eucalipto). En general, predominan las zonas de matorral, bien por desaparición de la cubierta vegetal preexistente o bien por el abandono de las praderías; los matorrales significan la primera etapa de colonización del suelo y lo preparan para la posterior llegada de especies más exigentes en relación con la edafología del mismo; se da una amplia variedad de brezos, helechos y aulagas, o tojos.
En relación a la fauna, en las zonas del valle muy pobladas lo que más se puede ver son aves (bisbita, petirrojo, corneja, rabilargo, abubilla, cuervos, paloma torcaz, picapinos, etc., y rapaces como milanos, halcones, cernícalos y, cómo no, buitres, dado que en el cercano Pico Jano existe una de las colonias más importantes de España) y en las áreas más alejadas de los pueblos, y ya en las alturas, se pueden encontrar mamíferos (jabalí, zorro, corzo, erizo, topillo o lirón), un gran número de reptiles y anfibios, y una notable variedad de lepidópteros. Esta es una de las pocas zonas de Cantabria en las que el lobo ibérico hace su aparición, de forma esporádica, y sin una población fija. Además hay que mencionar la abundancia de vacas y caballos que pastan en los altos.
ETNOGRAFÍA Y ARTE
El estrecho contacto que el habitantes de estos valles y montañas tiene con su entorno natural le ha llevado a utilizar prácticamente todos los recursos que éste le ofrece, entre los que cabe destacar los vegetales, utilizados para elaborar herramientas, construir y adornar sus casas, alimentar a sus animales y a sí mismos y para combatir enfermedades por medio del uso de la farmacopea al alcance de sus manos. Entre las muchas plantas que se podrían mencionar sólo señalaremos alguna, como el castaño -rico en taninos, pectinas y heteróxidos de flavonoles y relativamente abundante-, al que se le imputan propiedades astringentes (la acción de los taninos), por lo que se usa desde antiguo para controlar diarreas y disenterías; la manzanilla romana, también largamente utilizada en la región, con aceites esenciales y lactonas -que le dan su sabor amargo-, composición que la hace adecuada para tratar las inflamaciones, desinfectar y facilitar las digestiones; el laurel, ampliamente utilizado en nuestra cocina y cuyas hojas son ricas en aceites esenciales y ésteres terpénicos, que lo hacen bueno como carminativo, sudorífico, antiséptico y estimulador estomacal. Su inclusión en nuestra cocina servía pues para mantener libre de gérmenes a los alimentos y además transmitir sus propiedades medicinales a los comensales.
En cuanto a celebraciones hay que destacar que en Silió se celebran dos fiestas de gran interés etnológico. Una es La Vijanera, que se celebra el primer domingo de enero, y que fue declarada Fiesta de Interés Turístico Regional por el Gobierno de Cantabria. Se trata de una mascarada carnavalesca en la que participan cerca de 60 personajes, como la “la madama”, “los danzarines” ,“la vieja y el viejo”… y los zarramacos y el oso, personajes protagonistas del evento, disfrazados estrafalariamente, y plenos de simbolismo. El museo de esta fiesta se encuentra en la ermita de Santiago en este mismo pueblo. La otra festividad es la de la Maya, el 25 de julio.
Además, en este mismo pueblo tiene lugar una importante feria ganadera en el mes de noviembre, donde se puede ver la variedad y excelencia de la cabaña de la zona además de asistir a los “tratos” entre vendedores y compradores.
En cuanto al patrimonio artístico, Silió conserva una arquitectura popular de interés, con buenos ejemplos de casa montañesa, como la de Tagle del siglo XVII; la casa y torre de Obregón, del siglo XVIII; la casa señorial de los Mesones; y alguna más, dentro de la tradicional casa montañesa (de piedra y con solana).
Pero, sobre todo, destaca su preciosa iglesia románica de San Facundo y San Primitivo, del siglo XII, aunque con reformas y añadidos posteriores. Está formada por una nave y una cabecera semicircular, profunda, enmarcada por un arco fajón apoyado sobre dos columnas con bellos capiteles. El muro del ábside presenta un primer nivel con arquería ciega de medio punto apoyada en columnitas de capiteles de gran valor artístico, y en el segundo, separado por una línea de imposta con ajedrezado, se abren tres ventanas asaetadas también con arcos de medio punto con columnas de capiteles muy labrados. La bóveda es de horno con un pequeño primer tramo de cañón.
Al exterior destaca el magnífico ábside semicircular de gran belleza, dividido horizontalmente, en tres cuerpos por dos líneas de impostas ajedrezadas; en el central se encuentran ventanas con arco de medio punto y doble columna con capiteles historiados y separadas entre sí por finas columnillas que recorre el muro en vertical. Toda la cornisa se halla decorada con canecillos de gran calidad. La portada está en el lado sur, adelantada con respecto al muro, es abocinada, con sobrias archivoltas de medio punto y con tejadillo soportado por canecillos, entre los que abundan los de temática animal.
RECORRIDO DE LA RUTA
Para realizar la ruta lo más adecuado es partir de Silió desde donde se nos ofrece la posibilidad de hacer el primer tramo de ascenso a Santa Marina por dos caminos diferentes, con el siguiente tramo en común:
1. La ruta sale de la iglesia de Silió, y, atravesando el puente, que lleva hacia el barrio de Santa Marina en la zona alta del pueblo, pasando sobre el río Erecia, se pasa cerca de la Fuente del Concejo y un antiguo lavadero. Siguiendo por la carretera, y ascendiendo continuamente, se alcanza un cruce, en la zona de Cotejón, donde se ofrecen dos posibilidades para hacer la ruta. Continuando de frente o tomando la dirección de la derecha.
OPCIÓN A
1.1. Sin perder el camino principal, y después de ascender por unas curvas pronunciadas, se alcanza la zona más alta del barrio de Santa Marina donde hay casas habitadas. Se camina por carretera asfaltada entre prados y cabañas asiladas. Lo interesante en este caso son las vistas del valle de Iguña y en especial de la mies existente entre el pueblo de Silió y el de Helguera, con un modelo muy fragmentado con los bordes de las fincas realizados con setos y especies arbustivas.
OPCIÓN B
1.2. B. Tomando la dirección de la derecha antes de sobrepasar una fuente a la derecha aparece un cruce a esa misma mano, que transcurre por una carretera más estrecha y con grava pequeña y suelta sobre el asfalto, que pasa junto a un pequeño pinar a la derecha, acompañado de castaños, avellanos, espinos, acacias…
2.2. B. Continuando este camino se observa un modelo de ocupación poco frecuente en la comarca ya que se asemeja más al modelo pasiego. Así aparecen cabañas y viviendas dispersas localizadas en zonas de ladera y asociadas a una finca o prado de mayor o menor tamaño, en pocos casos aparecerán conjuntos significativos de edificaciones unidas como ocurre en el casco del pueblo. Sin dejar este camino principal se va ascendiendo continuamente.
3. Así ambos caminos de ascenso alcanzan un pequeño grupo de casas, pequeñas, de una sola planta ya en la zona más alta del barrio de Santa Marina, donde se toma el camino de grava blanca flanqueada por muros de piedra y cierres de estaca de madera y alambre.
4. Sin dejar este camino, y pasando cerca de un depósito de agua (de forma cuadrada y con cubierta plana), a mano izquierda, se llega a un nuevo cruce de caminos, donde hay que cruzar una portilla de alambre y madera que se debe cerrar una vez atravesada. El firme será ahora de tierra y hierba. Durante todo este camino y en el siguiente tramo el paseo permite unas vistas del Monte Canales y del Pico Jano inigualables.
5. El camino asciende suavemente por una ladera a media altura que transcurre por una zona de monte bajo, ocupada por brezos, quejigos y helechos, y salpicada por manchas de herbáceas y utilizadas para el pasto del ganado. Así se llega hasta una pequeña braña flaqueada por una zona rocosa de caliza conocida como Peña Los Moros.
6. Una vez aquí, se observan grandes y verticales formaciones calcáreas de gran interés paisajístico y geomorfológico, ya que reflejan uno de los modelados más característicos de la zona, el kárstico; son las Peñas de Santa Marina, en las que existen zonas señaladas y adaptadas para la práctica de la escalada. También es fácil encontrar rebaños de cabras y ovejas que encuentran aquí su medio ideal y ganado, que se refugia en esta zona de braña cuando arrecia el frío.
7. Rápidamente el camino se introduce en una extensa plantación de pino; es el monte conocido como Las Gateras. Se trata de una zona conocida por su interés micológico gastronómico. Es fácil encontrar algún corzo en el camino, además de zorros, gato montés, erizos, una importante variedad de reptiles y anfibios… Se toma el camino que lo atraviesa y, sin abandonarlo, se llega a un cruce de caminos.
8. La ruta entra brevemente en el municipio de Arenas de Iguña en este punto conocido como La Alhama. Tomando las próximas desviaciones a la izquierda, el camino se dirige hacia el pueblo de Helguera, en continuo descenso. Se pasa por bosques de avellanos, sauces y saúcos, próximos al arroyo que acompaña el paseo hasta el fondo del valle y en la margen izquierda del camino; mientras que en la derecha el camino empieza con pino y continúa con bosques en los que el roble y, en muchos puntos el castaño, predominan.
9. Así transcurre al camino hasta que se empiezan a divisar fincas, alguna con caserío. Se llega al fondo de valle, que se abre en una amplia vega donde el aprovechamiento ganadero se hace patente en forma de prados, cercados en su mayoría por muros de piedra, en los que es fácil encontrar vacas, principalmente frisonas o tudancas, ovejas o yeguas pastando.
10. Una vez atravesada una portilla canadiense y pasado un puente sobre el río Erecia, la ruta se adentra ya en el pueblote Helguera por un camino alquitranado, dejando a ambos lados viviendas de nueva construcción, hasta llegar a un puente de hormigón con una estructura singular formada por arcos de hormigón. Sin cruzarlo, el camino gira a la derecha por la margen izquierda del río Besaya para, por un camino entre muros de piedra que separan las fincas llanas y bien cuidadas. Para llevarnos hasta Silió atravesando la Mies de Manjuales.
11. Sin posibilidad de pérdida, el camino entra en el pueblo de Silió por el barrio de La Lera, donde aparecen casas de estilo montañés típicas del siglo XVIII, de dos plantas y con solana, adosadas por los laterales formando pequeñas barriadas. Se llega así a la plaza de Santiago, donde, en la pequeña ermita que da nombre a la plaza, se encuentra el museo de La Vijanera.
12. Desde aquí sólo queda regresar al lugar de partida, pasando por delante de la iglesia de San Facundo y San Primitivo, ya comentada.
OBSERVACIONES
* El pueblo de Silió posee un área recreativa, para llegar a este sólo hay que continuar el camino desde la iglesia por el borde del río Erecia hacia el Monte Canales, está equipado con mesas y bancos, barbacoas y papeleras.
* Desde este lugar también se ofrece la posibilidad de realizar el PR-S.42 Monte Canales.